domingo, 16 de enero de 2011

La Emoción: La reacción del cuerpo a su mente

P: ¿Así pues, observar nuestras emociones es tan importante como observar nuestros pensamientos?

R: Sí, convierta en un hábito preguntarse a sí mismo: ¿Qué pasa dentro de mí en este momento? Esta pregunta lo orientará en la dirección correcta. Pero no analice, simplemente observe. Enfoque su atención en el interior. Sienta la energía de la emoción. Si no hay emoción presente, lleve su atención más profundamente al campo de energía interior de su cuerpo. Es la puerta de entrada al Ser.



Una emoción habitualmente representa un patrón de pensamiento amplificado y energizado, y puesto que a menudo es una carga energética excesiva, no es fácil inicialmente permanecer presente lo necesario para poder observarlo. Quiere apoderarse de usted y generalmente lo logra, a menos que haya suficiente presencia en usted. Si usted es empujado a la identificación inconsciente con la emoción por falta de presencia, lo que es normal, la emoción temporalmente se convierte en "usted". A menudo se crea un círculo vicioso entre su pensamiento y la emoción: se alimentan recíprocamente. El patrón de pensamiento crea un reflejo magnificado de sí mismo en forma de emoción y la frecuencia vibratoria de la emoción continúa alimentando el patrón de pensamiento original. Al permanecer mentalmente en la situación, evento o persona que percibimos como causa de la emoción, el pensamiento le brinda energía a la emoción, que a su vez energiza el patrón de pensamiento y así sucesivamente.

Básicamente, todas las emociones son modificaciones de una emoción primordial, indiferenciada, que tiene su origen en la pérdida de conciencia de quién es usted más allá del nombre y de la forma. Por su naturaleza indiferenciada, es difícil encontrar un nombre que describa precisamente esta emoción. "Miedo" se aproxima, pero además de una sensación continua de amenaza, también incluye un profundo sentido de abandono y falta de plenitud. Puede ser mejor usar un término que es indiferenciado al igual que esta emoción básica y llamarla simplemente "sufrimiento". Una de las principales tareas de la mente es combatir o suprimir este sufrimiento emocional, lo cual es una de las razones para su incesante actividad, pero todo lo que puede lograr es ocul­tarlo temporalmente. De hecho, cuanto más se esfuerza la mente por librase del sufrimiento, mayor es este. La mente nunca puede encontrar la solución, ni puede permitirse dejar que usted la encuentre, porque ella misma es una parte intrínseca del "problema". Imagine a un jefe de policía tratando de encontrar a un pirómano cuando el pirómano es el jefe de policía. Usted no se librará de este sufrimiento hasta que deje de derivar su sentido de sí mismo de la identificación con la mente, es decir, con el ego. Entonces la mente es derrocada de su lugar de poder y el Ser se revela como su verdadera naturaleza.

Sí, ya sé lo que va a preguntar.

Iba a preguntar: ¿Y las emociones positivas como el amor y la alegría?

Son inseparables de su estado natural de conexión interior con el Ser. Los destellos de amor y alegría o los momentos breves de profunda paz son posibles siempre que hay una brecha en la corriente del pensamiento. Para la mayor parte de las personas, tales brechas ocurren raramente y sólo por accidente, en momentos en que la mente se queda "sin palabras", a veces disparada por la belleza extraordinaria, por un esfuerzo físico extremado o incluso por un gran peligro. Súbitamente hay quietud interior. Y en esta quietud hay una sutil pero intensa alegría, hay amor, hay paz.

Habitualmente estos momentos se viven muy brevemente, puesto que la mente vuelve a tomar rápidamente su actividad ruidosa que llamamos pensamiento. El amor, la alegría y la paz no pueden florecer hasta que usted se haya liberado del dominio de la mente. Pero no son lo que yo llamaría emociones. Reposan más allá de las emociones, en un nivel mucho más profundo. Así que usted tiene que hacerse completamente consciente de sus emociones y ser capaz de sentirlas antes de poder sentir lo que hay más allá de ellas. Emoción significa literalmente "perturbación". La palabra viene del latín emovere que significa "perturbar".

El amor, la alegría y la paz son estados profundos del Ser o más bien tres aspectos del estado de conexión interior con el Ser. Como tales, no tienen contrarios. Esto se debe a que surgen de más allá de la mente. Las emociones, por otra parte, al ser parte de la mente dualista, están sujetas al juego de los contrarios. Esto significa sencillamente que usted no puede tener bien sin mal. Así pues, en la condición no iluminada, identificada con la mente, lo que a veces se llama erróneamente alegría es el breve placer habitual del ciclo continuamente alternante del sufrimiento/placer. El placer se deriva siempre de algo que está fuera de usted mientras que la alegría surge de dentro. Lo mismo que le brinda placer hoy puede brindarle dolor mañana, o puede abandonarlo, así que su ausencia le traerá dolor. Y lo que a menudo se llama amor puede ser placentero y estimulante por un tiempo, pero es un asidero adictivo, una condición extremadamente menesterosa que puede convertirse en su contraria en un instante. Muchas relaciones "amorosas", después de pasada la euforia inicial, de hecho oscilan entre el "amor" y el odio, la atracción y el ataque.

El verdadero amor no conlleva sufrimiento ¿Cómo podría? No se convierte súbitamente en odio, ni la verdadera alegría se convierte en dolor. Como dije, incluso antes de que usted esté iluminado -antes de liberarse de su mente- usted puede tener destellos de verdadera alegría, verdadero amor o una profunda paz interior, tranquilos pero vibrantemente vivos. Estos son aspectos de su verdadera naturaleza, que está habitualmente oscurecida por la mente. Incluso en una relación adictiva "normal", puede haber momentos en los que la presencia de algo más genuino, algo incorruptible, puede sentirse. Pero serán sólo atisbos, que se ocultarán pronto por la interferencia de la mente. Entonces puede parecer que usted tuvo algo muy precioso y lo perdió, o su mente puede convencerlo de que en todo caso todo fue una ilusión. La verdad es que no fue una ilusión y usted no puede perderlo. Es parte de su estado natural, que puede ser oscurecido, pero nunca destruido por la mente. Incluso cuando el cielo está cubierto de nubes densas, el sol no ha desaparecido. Está todavía allá, al otro lado de las nubes.
El Poder del Ahora - Eckhart Tolle

El Deber de ser Feliz

Explotad vuestras riquezas Espirituales

El mundo entero desea la paz, la libertad. Podemos incluso decir que mucha gente las desea también para los demás. Pero como muy pocos saben dónde encontrarlas y cómo realizarlas, ocurre que, a pesar de todos estos magníficos deseos, la mayoría se sienten desgraciados y hacen también desgraciados a los demás.

Sólo se puede encontrar la felicidad dando prioridad a la vida interior sobre las adquisiciones exteriores. Por supuesto, muchos dirán que ya lo saben: "El dinero no da la felicidad". Saben que ni los bienes materiales, ni la gloria, dan la felicidad, pero se comportan como si no lo supieran. Continuamente se preocupan por conseguir una buena situación material. Es por ello por lo que, incluso aunque lo consigan, no serán felices, e incluso harán desgraciados a los demás.

¡Se hace tanto alboroto sobre el éxito material! Mientras se de tanta importancia a quienes triunfan financiera y socialmente, presentándolos por todas partes, en los periódicos, en la radio, en la televisión, se irá alimentando en las personas menos favorecidas, el sentimiento de inferioridad, de insignificancia, lo que necesariamente provocará celos, rencores, odios.

No quiero decir con ello que se deba dejar totalmente de lado el éxito social, no. Pero pienso que si los humanos dieran mayor importancia y aprendiesen a utilizar sus riquezas interiores, la sociedad se comportaría mejor. En primer lugar porque sería más generosa. ¿Cómo es posible pensar que la gente que concentra todos sus esfuerzos en el éxito material pueda ser realmente generosa? Sienten que aquello que tienen no lo poseen verdaderamente, y que están a merced de los acontecimientos o de la mala voluntad de gente más activa y más hábil que ellos; es, pues, normal que vacilen en compartir con otros aquello que tanto temen perder. Y no tan sólo no lo compartirán, sino que harán lo imposible para conservarlo, aunque para ello deban mostrarse egoístas, despiadados, o crueles. Por el contrario, aquél que ha trabajado para conseguir riquezas espirituales estará siempre dispuesto a beneficiar a los demás; no tan sólo sabe que no perderá nada, sino que incluso se enriquecerá ayudándoles.

Los humanos necesitan tener modelos a los que imitar. Cuando ven a alguien que se distingue por su capacidad, por sus éxitos, desean ser como él. Por lo tanto, ¡cuidado!, si vuestra superioridad consiste en tener más dinero, más poder, más gloria, no seréis un buen modelo ya que arrastraréis a la gente hacia un camino que incita siempre a dominar a los demás, a humillarlos, a ponerlos en evidencia. En cambio, si vuestra superioridad se encuentra en vuestras cualidades espirituales, la bondad, la sabiduría, el control, la nobleza, la generosidad, la pureza, la abnegación... no sólo sentiréis que realmente éstas os pertenecen y os permiten afrontar todas las situaciones difíciles, sino que también ayudaréis a los demás a andar por el buen camino y a encontrar la felicidad.

Todo el mundo necesita modelos pero no modelos para alcanzar el éxito material, sino para que les ayuden a tener conciencia de sus verdaderas riquezas, las riquezas del corazón, del alma y del espíritu.


Omraam Mikhaël Aïvanhov
CAMINOS DEL SER


Un lugar para el encuentro....